Con los presocráticos preguntándose por la naturaleza del hombre, ya Parménides, reflexiona sobre la no-existencia, el no-ser o el no-ente, serían puras figuraciones de una mente enferma.
Heráclito ,en oposición, defiende la idea del movimiento constante como característica de la esencia de las cosas, y como condición necesaria para que ellas existan, rivaliza con las perspectivas que buscarán algún tipo de esencialidad, de materia prima, de alguna manera “fija”, que hace que las cosas sean lo que son, es decir, que garantizarían su condición de ser por su sustancia.
“Lo distendido vuelve a equilibrio; de equilibrio en tensión se hace bellísimo coajuste, que todas las cosas se engendran de la discordia” (Heráclito)
Si no existiera más que claridad, no podríamos concebir la oscuridad, por lo que en realidad tampoco podríamos nombrar a la claridad, la claridad existe únicamente y en contraposición a que existe la oscuridad.
No hay claridad sin oscuridad, presencia sin ausencia, bueno sin malo, arriba sin abajo, Eros sin Tánatos
La existencia entonces no puede ser localizada en algún objeto, sustancia o fenómeno ontologizable a la manera de Parménides. El ser es efecto del movimiento, del conflicto psíquico, de la manera en que nos posicionamos subjetivamente en el mundo y que se va transformando en nuestra existencia. Se trata de arrebatarle un instante a la muerte, no pretender que somos inmortales porque siéndolo se posterga la propia vida, solo aquel que es conciente de su propia muerte, obtiene el regalo de la prisa, con lo que puede encontrar el significado de la vida, en cuanto a que sea vivida.
El pensamiento de Heráclito jugó un papel decisivo en la época moderna, Hegel lo reivindicó como el antecedente más antiguo de su concepción dialéctica, también podemos encontrar sus influencias en el pensamiento de Marx y Freud. Nietzsche consideró a Heráclito como el más puro manifestante del pensamiento frente a la corrupción de la filosofía que es protagonizada por parte de Sócrates y Platón, “representantes de un pensamiento ficticio del ser”. De la misma manera Heidegger subrayó una cierta proximidad entre su propio pensamiento con el de Heráclito, ya que ambos proponen la importancia de la verdad que se produce como develamiento.
Una forma de representar a las pulsiones sería: la de la acción de crear, por un lado versus la de destruir, por el otro, o bien siguiendo el ejemplo de la música podemos pensar en las pulsiones: toda la algarabía de los sonidos, tendría que ver con la pulsión del Eros, mientras que la pulsión tanática tendría que ver con la destrucción de esa algarabía, con la aniquilación de las notas, es decir, con el silencio, la música como la existencia depende del las notas y los silencios.
La existencia entonces no puede ser localizada en algún objeto, sustancia o fenómeno ontologizable a la manera de Parménides. El ser es efecto del movimiento, del conflicto psíquico, de la manera en que nos posicionamos subjetivamente en el mundo y que se va transformando en nuestra existencia.
Se trata de arrebatarle un instante a la muerte.
Sigmund FREUD "Eros frente a Tánatos"
"El malestar en la cultura"
Georges BATAILLE "El erotismo"
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