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Este espacio de reflexión

domingo, 27 de noviembre de 2016

MAGOSTO.2016














Ser hermano y Naturaleza es lo mismo.





Sin raíces,
no hay ramas,
sin ramas 
no hay bosque.





El magosto es una fiesta tradicional en algunas zonas del norte de España, como Galicia,Cantabria, Asturias, León,Zamora,Salamanca,Cáceres en la región de Las Hurdes.

Es también una fiesta muy popular en Portugal, donde se la denomina magusto. Se ha difundido también a nivel internacional como chestnut party.

Los elementos comunes de esta fiesta son la celebración en el mes de noviembre (o finales de octubre) y el tener como elementos principales la castaña y el fuego.

Así recupera el lugar que la patata y el maíz le fueron arrebatando en los últimos siglos.

Es una fiesta de raigambre céltica, la fiesta que celebra el final del verano e inicia la mitad del año oscura y fría. En todas las regiones donde se celebra y especialmente en Galicia, está profundamente relacionada con el culto a los muertos, siendo habitual dejar el fuego de la casa encencido y alimentos entorno a la lareira para que los espíritus de los difuntos de la familia vuelvan a sus hogares durante esta noche a calentarse.

Numerosos rituales tradicionales se celebran a lo largo de esta fiesta, tanto para purificarse, curarse, recordar a los antepasados, asistir a misa o visitar al curandero local.




                  Raíces,en el pasado:




EL FILANDÓN BERCIANO

Las gentes se reúnen después de cenar en el horno comunal (Cuecen el pan por riguroso orden y siempre está caliente) o cocinas espaciosas o en la de aquel vecino más socarrón y hospitalario.







 


A la hora señalada, van llegando poco a poco los hombres, unos con varas de mimbre o tiras finas de madera para hacer los cestos, otros con los botos de mazar la leche. Las mujeres, con la rueca, el huso , lana , lino y estopa para hilar.
Las mozas bordan sus ajuares o la camisa de lino para su prometido que regalaban el día de la petición de mano. Los mozos llegan los últimos porque acaban de echar la ronda que era como el aviso del comienzo del Filandón. Los mozos no hacen nada solo hablar con las mozas y prenderle la estopa a alguna hilandera descuidada.

En el centro cuelga de una pregancia sobre las brasas, el tambor de las castañas que un mozo remueve continuamente.

Se alumbran con aguzos o gabuzos, palos secos de brezo o de urz que tiene una llama muy clara y luminosa.

Cuando están todos reunidos comienza la agradable velada. Los que llevaron el odre con la elche, después de dejarla calentar unos minutos al pie de la lumbre, comienzan a mazarla con un vaivén rítmico que alguno acompaña con canciones cadenciosas que recuerdan a los arrullos de los niños.


Cada cual se entretiene en sus labores. Sobre el Chocolateo de los botos se sobrepone el alegre griterío de los jóvenes o las conversaciones graves de las viejas hilanderas que con la rueca colocada a la cintura hacer girar vertiginosamente el huso. 

El mazador prosigue absorto en el movimiento de sus brazos y continua con su canción


Los cesteros siguen a su labor. Algunos más "curiosos y apañaos" pasan el tiempo decorando unas galochas nuevas. A veces los niños van la Filandón. Entonces los protagonistas de las reuniones son los más ancianos. A petición de la concurrencia relatan las historias más curiosas de sucesos unas veces legendarios, otros históricos pero deformados con el correr de las noches de tertulia.


Contarán inevitablemente la leyenda del lago de Carucedo, la de San Genadio protector del Bierzo, hablarán de las mozas que en la noche de San Juan salen a peinarse en los arroyos y que son princesas que están esperando al mozo que se llegue a ellas y sepa desencantarlas; contarán leyendas de aparecidos y almas en pena y algun anciano algo más culto referirá como verídicos los amores de don Alvaro Yánez y doña Beatriz de Osorio.














 

Cuando avanzada la noche han dado remate a su labor, todos se agolpan junto al fuego, se sacan las castañas, se pasa de mano en mano el vino caliente y azucarado que han traído de la taberna y entre ronda y ronda del jarro, se juega a las cusillinas, acertijos con los que los más sabios ponen a prueba el ingenio de su auditorio.


Se canta, se baila, se cuentan chistes y chismes.

Los mozos y las mozas bailan al son de la pandereta, la jota, las boleras o el corrido.

Después de comer las castañas, un poco de caldo y beber el vino, con el calor de la queimadina las viejas templan la pandereta y entonan las danzas rituales.


La reunión sigue en este tono hasta que las pandereteras juzgan que es la hora de finalizar y entonan las despedidas:


Vamonos de aquí señores
Que las estrellas van altas
Ya viene la luz de día
Descubriendo nuestras faltas


La comitiva se deshace lentamente. Por un momento recorre el pueblo un galocheo acompasado y el débil resplandor de los fachizos de paja, ponen una nota luminosa en la tremenda oscuridad de la noche berciana.
A lo lejos algún mozo remolón aún entona con voz ronca:

La despedida les doy
Poco tiempo va a durar
Que en el filandón de mañana
Nos volvemos a encontrar









¡Arriba las ramas y abajo las raíces!!!!
                      ¡UBUNTU!   

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