Dos semanas antes de fallecer, Javier Krahe actuó, como venía haciendo desde hacía 20 años, en el centro cultural A pousada das ánimas,
en la localidad coruñesa de Boiro.
Ese 28 de junio de 2015 fue la última vez que el cantautor madrileño se subió a un escenario.
El dueño del local y amigo del artista, Suso Santamaría,inició una campaña de crowdfunding(krahefunding) para levantarle una estatua en Boiro, frente a la entrada de A pousada;compartiendo con EL PAÍS una canción del la última actuación de Krahe. El concierto íntegro fue una de las recompensas para los mecenas del proyecto de captación de fondos.
"Lo hablamos en vida y él estaba de acuerdo", recuerda Santamaría sobre el proyecto de la estatua, "discutíamos sobre la sonrisa, la postura…". El dueño de A pousada das ánimas nunca llegó a tomarle la foto que quería para que sirviera de modelo para la escultura. Por suerte, lo hizo la policía. Lo explica Santamaría: "Una noche salió para fumar y la policía hizo una foto" del momento, porque probaba que el local estaba abierto fuera del horario reglamentario. Esa imagen es la que tomó como base el escultor pontevedrés Jose Rocha Pino, que realizó la obra en bronce.
El 18 de marzo de 2016 se recreó su último concierto con los músicos de su banda y con otros artistas nacionales que cantaron sus canciones . Ese mismo día se erijió la estatua conmemorativa.
La relación entre Krahe y Santamaría se remonta a 1994, cuando este coincidió en un concierto con el músico mientras estudiaba Historia del Arte en Santiago de Compostela. "Le dije que tenía que venir a Boiro", recuerda, a la vez que rememora que Krahe no puso pocas condiciones. "Le dije que sí a todo", asegura Santamaría. A partir de ese encuentro, Krahe tocó cada verano en A pousada das ánimas durante 20 años, solo interrumpidos en 2006, cuando el músico no pudo asistir por problemas de salud. Pero su relación no era meramente profesional: "Compartimos muchas noches charlando, jugando al ajedrez y me enseñó muchas cosas: cómo acondicionar la sala, me ayudó dándome contactos, me enseñó a tratar con los músicos".
Santamaría le devolvió el favor.
Ese 28 de junio de 2015 fue la última vez que el cantautor madrileño se subió a un escenario.
El dueño del local y amigo del artista, Suso Santamaría,inició una campaña de crowdfunding(krahefunding) para levantarle una estatua en Boiro, frente a la entrada de A pousada;compartiendo con EL PAÍS una canción del la última actuación de Krahe. El concierto íntegro fue una de las recompensas para los mecenas del proyecto de captación de fondos.
"Lo hablamos en vida y él estaba de acuerdo", recuerda Santamaría sobre el proyecto de la estatua, "discutíamos sobre la sonrisa, la postura…". El dueño de A pousada das ánimas nunca llegó a tomarle la foto que quería para que sirviera de modelo para la escultura. Por suerte, lo hizo la policía. Lo explica Santamaría: "Una noche salió para fumar y la policía hizo una foto" del momento, porque probaba que el local estaba abierto fuera del horario reglamentario. Esa imagen es la que tomó como base el escultor pontevedrés Jose Rocha Pino, que realizó la obra en bronce.
El 18 de marzo de 2016 se recreó su último concierto con los músicos de su banda y con otros artistas nacionales que cantaron sus canciones . Ese mismo día se erijió la estatua conmemorativa.
La relación entre Krahe y Santamaría se remonta a 1994, cuando este coincidió en un concierto con el músico mientras estudiaba Historia del Arte en Santiago de Compostela. "Le dije que tenía que venir a Boiro", recuerda, a la vez que rememora que Krahe no puso pocas condiciones. "Le dije que sí a todo", asegura Santamaría. A partir de ese encuentro, Krahe tocó cada verano en A pousada das ánimas durante 20 años, solo interrumpidos en 2006, cuando el músico no pudo asistir por problemas de salud. Pero su relación no era meramente profesional: "Compartimos muchas noches charlando, jugando al ajedrez y me enseñó muchas cosas: cómo acondicionar la sala, me ayudó dándome contactos, me enseñó a tratar con los músicos".
Santamaría le devolvió el favor.
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