DETACHMENT
EDGAR ALLAN POE
El Hundimiento de la casa Usher
Durante un día entero de otoño, oscuro, sombrío, silencioso,
en que las nubes se cernían pesadas y opresoras en los cielos, había yo cruzado
solo, a caballo, a través de una extensión singularmente monótona de campiña,
y al final me encontré, cuando las sombras de la noche se extendían, a la vista
de la melancólica Casa de Usher.
No sé cómo sucedió; pero, a la primera ojeada
sobre el edificio, una sensación de insufrible tristeza penetró en mi espíritu.
Digo insufrible, pues aquel sentimiento no estaba mitigado por esa emoción semiagradable,
por ser poético, con que acoge en general el ánimo hasta la severidad de las
naturales imágenes de la desolación o del terror.
Contemplaba yo la escena ante
mí la simple casa, el simple paisaje característico de la posesión, los helados
muros, las ventanas parecidas a ojos vacíos, algunos juncos alineados y unos
cuantos troncos blancos y enfermizos, con una completa depresión de alma que
no puede compararse apropiadamente, entre las sensaciones terrestres, más que
con ese ensueño posterior del opiómano, con esa amarga vuelta a la vida diaria,
a la atroz caída del velo.
Era una sensación glacial, un abatimiento, una náusea
en el corazón, una irremediable tristeza de pensamiento que ningún estímulo
de la imaginación podía impulsar a lo sublime.
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